MÁS ALLÁ DE LO ESTÉTICO
- Fernando Rossi
- 13 jun
- 3 Min. de lectura
El valor emocional del diseño local en el sur de México
Cuando hablamos de diseño, solemos pensar primero en lo visual. En las formas, los colores, la estética. Pero hay algo más profundo que está cobrando fuerza: el valor emocional de los objetos que habitamos. Y es precisamente en el sur de México, en lugares como Mérida, donde este enfoque encuentra tierra fértil.
Aquí, el diseño no solo se ve. Se siente, se recuerda y se hereda.

El auge del diseño que nace cerca
En los últimos años hemos visto un boom de diseñadores, arquitectos e interioristas que voltean a ver hacia lo local. Ya no solo como una moda pasajera, sino como una respuesta auténtica a la necesidad de reconexión. En Yucatán, Oaxaca o Chiapas, hay una nueva generación creativa que toma los materiales del entorno piedra, madera, fibras, arcillas y los transforma en piezas que no solo decoran: narran una historia.
Este movimiento no solo responde a una búsqueda estética, sino a una necesidad profunda de sentido. En una época donde todo parece rápido y desechable, los objetos hechos localmente, con técnicas tradicionales o con materiales de la región, ofrecen una pausa. Un ancla. Un recuerdo tangible de quiénes somos y dónde estamos.

Tendencias de interiorismo 2026: la emoción es el nuevo lujo
Lo interesante es que esta ola local no va en contra de las tendencias internacionales: al contrario, las anticipa.
Según múltiples reportes de tendencias de interiorismo para 2026, el diseño se está moviendo hacia espacios que estimulan los sentidos y reconectan con la naturaleza. Algunas de las líneas clave incluyen:
Diseño biofílico: espacios que incorporan elementos naturales como madera cruda, piedra sin tratar, vegetación o texturas orgánicas para calmar el cuerpo y la mente.
Experiencias multisensoriales: el interiorismo ya no solo decora; también busca envolver. La luz, el tacto, los aromas, todo importa.
Objetos con historia: lo emocional se vuelve más valioso que lo costoso. Las personas quieren piezas únicas, que tengan alma, que conecten con su historia personal.
Y en este contexto, el diseño que nace en el sur de México tiene todo el sentido del mundo.
Aquí se combinan materiales con memoria como maderas tropicales recuperadas, textiles teñidos con pigmentos naturales o cerámica con acabados imperfectos con un saber hacer que no se aprende en libros, sino que se transmite de generación en generación.

Diseñar para sentir, no solo para ver
En una sala con paredes lisas y muebles neutros, un florero de cerámica hecho con arcilla de la región y pigmentos naturales no es solo un objeto más: es un acento emocional. Es una forma de conectar con un paisaje, con una técnica, con una persona que lo moldeó a mano. Esa carga emocional transforma por completo la experiencia del espacio.
Por eso, cada vez más interioristas apuestan por piezas artesanales, hechas localmente, que no solo combinen con el sofá, sino que conecten con la vida que ocurre en esa habitación.






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