DISEÑAR BAJO EL CLIMA DE MÉRIDA
- Fernando Rossi
- hace 2 días
- 3 Min. de lectura
El reto de diseñar en Mérida
Vivir y diseñar en Mérida es entender que el clima no es un factor secundario. El calor de estos días no es una casualidad aislada. Es parte de un patrón más amplio que hemos visto acentuarse año con año: temperaturas que rozan los 40°C, humedad que se queda pegada a las paredes, lluvias que llegan tarde o de golpe. Y en este contexto, el diseño de interiores tiene que volverse una herramienta estratégica.
Ya no basta con que un espacio sea bonito. Debe ser habitable. Como diseñador, lo que antes se resolvía con color o forma, ahora se piensa también desde la temperatura, la ventilación, y la interacción de los materiales con el entorno. Diseñar en Mérida exige sensibilidad, pero también mucha inteligencia en torno al clima.

Espacios llenos de calor
El calor no solo se refleja en la piel, se manifiesta en los objetos. Muebles de telas pesadas que se vuelven sofocantes, cojines que retienen humedad, madera que se hincha o se agrieta. El ambiente también desgasta.
Para contrarrestarlo, la selección de materiales es clave. La cerámica o las piedras, por ejemplo, son materiales frescos al tacto, visualmente fríos y resistentes al clima. Usarlos en mesas auxiliares, bases de lámparas o incluso en piezas decorativas puede aportar equilibrio térmico y estético. Las maderas tropicales como el tzalam o la parota soportan mejor la humedad sin perder la parte estética, y las fibras naturales como el lino, el algodón o el yute permiten que los textiles respiren.
También importa cómo están pensados los muebles: líneas abiertas, patas elevadas, estructuras delgadas. Todo lo que permita el paso del aire y reduzca la sensación de encierro suma al confort. En muchos casos, menos, es más, como diría van der Rohe, llenar el espacio de objetos, no es sino, dejar que la casa se ahogue en la saturación del espacio.

El clima visual también abruma
Hay otro tipo de calor que muchas veces ignoramos: el visual. Un espacio con demasiados elementos, colores oscuros, texturas densas o muebles voluminosos puede sentirse abrumador, aunque el aire acondicionado esté encendido.
Aquí es donde entra el concepto de “clima visual”, algo que muchas culturas cálidas dominan con sabiduría. Basta con ver cómo se construyen casas en regiones como el Mediterráneo, el norte de África o el sudeste asiático: techos altos, muros blancos, espacios abiertos, ventilación cruzada, decoración mínima pero significativa. En lugar de llenar el espacio, lo contemplan.
Bajo esta misma lógica y tomando como ejemplo a estas culturas tenemos como resultado que piezas de cerámica artesanal, textiles ligeros, bancos bajos o mesas sencillas de madera clara pueden ofrecer un aspecto estético positivo sin saturar el espacio. Las plantas, por su parte, no solo decoran, sino que ayudan a regular el microclima, absorben humedad y aportan frescura visual. Una monstera bien puesta, una palma en maceta o incluso una enredadera en interior pueden hacer más por tu espacio que un simple ventilador.

En Mérida, el diseño que perdura es el que dialoga con su entorno. Una casa, apartamento o local bien pensado no solo te protege del calor, te refresca y te inspira a habitar de forma más natural. Diseñar con el clima no es limitarse, es diseñar mejor.
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